Chema S.L.

Christian Losada de Castro | Altaveu #5 2022

Profesionalidad en instalaciones de fontanería y climatización

Andrii llegó al polígono industrial de Aldaia en autobús. Hacía muchísimo calor y llegaba sudando. Se le hacía la hora de la entrevista y no encontraba el sitio, por lo que desde la misma fontanería le dijeron que podía haberlos llamado. Diego y Marisa intentan recordar por qué accedió a Chema S.L. “Nosotros pusimos una oferta en el SERVEF (actual Labora). Por esta razón, acudió a una entrevista”. Rememoran que la primera impresión fue la de “un tío grandote” y de “buena gente”; pero, claro, “eso no tiene nada que ver, ya que lo importante es cómo trabaja y cómo se desenvuelve”.

Durante la entrevista, le preguntaron si tenía los cursos necesarios para incorporarse al trabajo, cursos que Andrii había realizado en València. “Nos comentó que había trabajado en su país algo de fontanería. Se lo comentamos al jefe y le dio igual que fuese de Ucrania, de un sitio o de otro. Tenía la formación y la experiencia en su país necesaria para entrar en la empresa. Nos llamó mucho la atención que el idioma no lo dominaba aún: lo entendía, pero le faltaba soltura. Eso sí, escribía muy bien español. Recuerdo cómo hacía los partes”.

La documentación que poseía en aquel momento tampoco supuso ningún escollo. “Nosotros aquí no la conocíamos [la tarjeta roja], quizás anteriores compañeros sí. Bueno, la conocíamos de fuera, pero no de trabajadores de aquí”. La tarjeta roja es un documento que debe de ser renovado cada seis meses, lo cual puede ser un impedimento debido a la incertidumbre que supone no saber cuál va a ser el desenlace de su solicitud de asilo. Sin embargo, al comentárselo al jefe, su respuesta fue clara: “lo importante es que se apañe bien, que trabaje, que haga piña… y no hubo ningún problema”.

El único problema que observan es la renovación de los documentos. “Aquí, para todos los operarios, hay clientes con los que tenemos que subir toda la documentación a una plataforma para que puedan trabajar”. Andrii, en su momento, se acogió al arraigo social, cuya renovación cumplía al año, en concreto, en octubre. “Antes de octubre se llevó toda la documentación, le sacamos las tasas desde aquí… vamos, todo lo que necesitaba para renovar. Pero todavía no le han dado fecha. Este tipo de cosas deberían agilizarse un poquito. Las personas no pueden estar en ese limbo de la renovación, teniendo su trabajo fijo, cotizando, pagando sus impuestos, etc.”

Diego y Marisa afirman que, en esta ocasión, no ha habido ningún problema. Sin embargo, la primera vez que renovó su documentación, aquella en la que daba fin a su tarjeta roja y solicitaba un arraigo social, muchos clientes no le dejaron entrar a las obras. “Laboralmente, hay clientes que, aunque vean o yo les presente que la tiene renovada o que ha pedido para renovación, no miran eso. Ven que está caducada y no le dejan entrar en la obra. Tener que venir a trabajar y que no te dejen entrar a una obra, y tener que cambiarte a otro sitio, para él no era fácil”.

Fontanería Chema es una empresa constituida en el año 2002. Se dedica a la fontanería en general, sobre todo, obras grandes. Si bien trabajan para particulares, sus principales clientes son consellerías, ayuntamientos, ministerios y colegios de toda la Comunidad Valenciana, donde realizan trabajos de fontanería, calefacción, aerotermia, aire acondicionado y gas. Por eso, tienen claro que para la empresa esta situación es un pequeño problema; pero para Andrii es mucho mayor. Poseer toda la documentación correctamente, pero no tenerla al día por causas administrativas hace que no pueda sentirse del todo bien. “A la empresa no le repercute, pero a él se le ve preocupado”, señalan.

Desde el primer día, Andrii está dado de alta. Recuerdan que, cuando se le hizo el contrato indefinido, se puso muy contento. “Claro, cuesta empezar, hacer la faena de una u otra forma. Él se hizo enseguida. Y empezar de peón (que es como empiezan todos aquí), a ir subiendo ha sido rápido”. Andrii sigue acudiendo a trabajar en autobús o, como suele ser habitual, en bicicleta. Todavía le cuesta (aunque ya lo va cogiendo), “asimilar el humor que tenemos nosotros, los españoles”. Ahora, él intenta bromear, pero lo dice tan serio que dudan de si habla en serio o en broma. Sin duda, tal y como resaltan más de una vez, la experiencia con Andrii es más que positiva.

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